En La flor púrpura oímos la voz de una juventud que rechaza las prohibiciones que se ciernen sobre su vida y que ahogan a su pueblo. Un relato tierno, sereno y conmovedor sobre los lazos familiares, la pasión de la adolescencia y la represión, y que trasciende el paisaje de una Nigeria convulsa para cobrar un cariz universal.
El principio de la historia me pareció un pelín lento, porqué se habla mucho sobre religión y no es algo que domine ni que me interese en exceso. Sin embargo, tengo que decir que no se me hizo pesado. Algo que me ha sorprendido es la complejidad de los personajes que se describen, son increíbles. Vas descubriendo, poco a poco, por qué son y actúan de esa manera.
Un aspecto que me ha gustado es ver la diferencia entre una familia pudiente y una familia humilde en Nigeria. Con esta novela podemos concluir que por proceder de una familia rica no se es más feliz. A veces, con menos, recibes más.
También me ha gustado el cambio, que se va cociendo a fuego lento, de Kambili y Jaja cuando están con su tía Ifeoma y sus primos. Tanto la tía Ifeoma como Amaka me han parecido personajes muy redondos con una gran fortaleza, sinceridad y capacidad de sobreponerse a los problemas.
Me ha dado la sensación de que esta novela esta escrita para leer entre lineas, es decir, que con lo que se narra te esta contando mucho más de lo que realmente está escrito. ¡No sé si me explico! No se hacen explícitos todas las situaciones que se dan...pero tu puedes suponer que ha ocurrido.
El final me ha parecido un poco precipitado y me he quedado con ganas de saber más.
En resumen, La flor púrpura me ha parecido una novela muy interesante, diferente a lo que suelo leer, con unos personajes que te quitan el hipo y con unas vivencias que te hacen valorar más lo que tienes. ¡Seguro que leeré algo más de la autora!
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