Toda la verdad de mis mentiras

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"Si te gusta un chico, pero te hace sentir mal contigo misma aunque no sea su intención, aunque no se dé cuenta, no es para ti. Y lo maravilloso a tu edad es que puedes cambiar de opinión tantas veces como quieras. No tomes decisiones con consecuencia que no puedas deshacer. Vive tus dieciséis años porque lo veinticinco ya llegarán".

"Nadie piensa con claridad cuando siente mucho. El sentimiento te coloniza. Todo se convierte en un dato que analizar, en algo ostensible de ser desmenuzado en busca de la menor esperanza que aliente tu desasosiego porque, por más inquieta que te notes, cualquier detalle se convertirá en fuente de ánimo: hará que sientas que vale la pena, que no estás loca, que no tienes por qué abandonar".

"Si la mentira te agobia, empieza a hacerla más pequeña. No la alimentes".

"Hoy es la última noche que busco en mi interior
desesperadamente
para no encontrar nada.
Hoy las migajas con las que te engañé
han dejado de ser suficiente.
Hoy, que todo está dicho,
no hay lugar donde esconderse.

He estado capeando la pena con soltura,
con excusas, ilusiones, miedos y palabrería.
He estado construyendo la ciudad bajo tus pies,
con la sospecha de que destruías cuanto pisabas,
sin darme cuenta de que quien lo rompía era yo.

Los recuerdos,
amontonados en la habitación del fondo de mi pecho,
caen, chorrean, deslizan y ruedan,
hasta que no hay presente que valga,
hasta que el pasado es lo único que tiene sentido,
hasta que me convenzo de que te robé el futuro.

Lo peor son las ganas,
que no se marchan.
Dicen que un día me reiré de todo esto,
pero dime, ¿qué haré con las ganas?
Esas que me piden tu perfume,
creer en ti a ciegas,
henchirme de orgullo por la mujer que eres,
suplicar, pedir, llorar.
Las ganas de todo lo que me diste,
me negaste,
quise
no pedí,
no me darás.

Ahora que todo está perdido,
ahora que no queda ni soñar,
pienso en la noche que pueda dormir sin pensarte,
en el día que te vea y no me duelas,
en que no me queden ganas
ni de odiar los recuerdos
que se quedaron contigo".

"Si no pasa nada, te pongo un agua con gas. Si estás malita, te hago un Cola Cao. Si te has enfadado con una amiga, abrimos un vinito blanco. Si la cosa va de hombres, igual saco la coctelera pero si ha pasado algo con Marín, creo que tu padre guarda un escocés de veinticinco años por ahí".

"Quererse mucho no sirve cuando se quiere mal".

"No dejes que ningún tío te haga creer que le necesitas para ser feliz. Eliges a alguien para compartir tu felicidad. Sé celosa con ella. Se vende muy cara".

"¿Y yo? ¿Soy afortunada? A grandes rasgos, por supuesto. Soy libre. Estoy sana. Mi vida no corre peligro. Puedo perseguir mis sueños sin que nadie fije mis límites por mí. He nacido en el seno de una familia un poco excéntrica pero nada que sea grave. Tengo trabajo. Tengo amigos. Así que, sí, todos los días, cuando me levanto, se me acumulan los motivos para agradecer la vida que tengo, aunque se me olviden, claro, porque aunque nuestros pequeños dramas no son más que problemillas del primer mundo, son nuestros dramas. Es lo que pasa cuando tienes las necesidades básicas cubiertas..., los problemas cambian de camisa y se ponen un disfraz frívolo, lleno de plumas y lentejuelas".

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